25.5.10

Lost (again)



Confieso mi ignorancia casi absoluta en los vericuetos metafísicos de Perdidos. En todas las ocasiones en que alguien cercano da sus impresiones sobre esos vericuetos y se suelta en conjeturas sobre las razones del caos que gobiernan la isla suelo pedir que no me chafen el argumento habida cuenta de que sólo he visto parte de la primera temporada. Por supuesto que rehúyo las páginas de la red (blogs a los que accedo casualmente) en las que se informa sobre la serie y me salto en los periódicos los sueltos, las noticias, los entresijos habituales sobre quién mueve los hilos. Ya digo: metafísica pura. Ahora que la ficción televisiva más adictiva (a juicio de gente a la que frecuento) ha cerrado su persiana me he obligado a comenzar a verla. De verdad que estoy entusiasmado. En parte, el entusiasmo procede de esa manía mía de ir a contracorriente: justo cuando los episodios han finalizado es cuando yo me dispongo a verla íntegramente. Esta noche, en un momento, en cuando cierre el editor de mi blog, me voy al salón con mi bebida favorita (siempre hay una, siempre hay un atrezzo para los placeres) y me cepillo el episodio piloto. Otra vez. Es mejor empezar de cero. No admito comentarios en este post sobre lo que me espera. ¿Es tan malo el final como dicen? Es que es muy difícil no oír, no saber, no sentirse amenazado por el conocimiento. Mi amigo Mycroft, vía Micronesia, me informará en el momento adecuado.


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4 comentarios:

Isabel Huete dijo...

Yo haré lo mismo que tú con la última temporada porque sólo he visto los 2 o 3 primeros capítulos de ella. No he querido saber nada sobre su final pero confieso que lo que vi de las temporadas anteriores me enganchó.Cuando la acabes ya comentaremos. ¡Disfrútala si es que te acaba gustando! No sé, no sé si a ti... Jajaja.

Emilio Calvo de Mora dijo...

Sí, Isabel, yo me dejo llevar mucho, me dejo influenciar mucho, y Perdidos es una deuda. Espero pagarla pronto. Besos.

Ramón Besonías dijo...

La imagen que precede, ameniza o ilustra tu reflexión me hace pensar en la necesidad que tenemos los seres humanos de estar de alguna forma "conectados", sentir que formamos parte de "algo". La filia por las series viene a ser una especie de religión laicizada, pero igualmwnte repleta de su liturgia, ritos, credos y, cómo no, sus integristas.

Un saludo desde Extremadura, Emilio.

Alex dijo...

Feliz viaje pues, Emilio. Por mi parte ahora, como diría Lynch, silence.

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