15.12.08

Los restos de cualquier naufragio...


Nacimiento: 24-V-49

Infancia feliz y estudios en el British Institute School.
Adolescencia neurótica, como todas, hasta caer en Río de Janeiro por el oeste y en Estambul por el este.
Sueño con convertirme en líder revolucionario o estrella del rocanrol, fracasando en ambos campos por mi corta estatura, mi voz repugnante y mi imagen francamente doméstica. Desorientado, decido dedicarme a la dirección de cine, ya que es algo que puede hacer cualquiera, al ser el oficio más idiota del mundo.
Desengaños amorosos me llevan a tierras lejanas como África occidental, capital Timbuctú, y a arriesgadas aventuras como cazar ballenas, arpón a mano, en la isla de Madeira.
De salud, bien, hasta que me hallan una estúpida diabetes mellitus emboscada, que me produce honda irritación con el mundo y con la vida en general.
He escrito estos poemas en el breve espacio de diez años y son todos los que he escrito en mi vida. También soy vago como poeta, si es que acaso lo soy.
En ellos he tratado de contar partes de mi vida de esos diez años, pero no tal como fueron, sino como me habría gustado que fueran. Cada uno trata de una cosa, y todos juntos y seguidos, de otra. En realidad, son historias para las que nunca creí encontrar productores.No sé si volveré a escribir, pero si lo hago pienso hacerlo desde Kingston, Jamaica.
Dada mi irresponsabilidad, me temo que no llegaré a viejo, y bien que lo siento.
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“Trataré de resumir sin extenderme y relatar
catorce años embarcados de la infancia de los vientos
delicado recorrido por el mundo tras un nombre
hoy perdido con el mapa en el mar y en la memoria.”

Ricardo Franco.
Los restos del naufragio, Hiperión, 1979
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(gracias, Luis, llevas razón en eso de que La buena estrella es una gran película. A mi entender, corto y más hoy que ando huérfano de brío, una de las más hermosas historias contadas en una pantalla de cine. Y mira si hay...)

5 comentarios:

Anónimo dijo...

La Buena Estrella es de los pocos (muy pocos) sablazos que el cine patrio ha pegado a la sensibilidad del espectador (al menos a la mía, que reconozco bastante vulnerable cuando le hablan desde las tripas y no desde el bolsillo). Historia dura, durísima, veraz dentro de su excéntrica relación a tres, que roza el precipicio del melodrama pero en ningún momento cae despeñado, gracias a las dos armas de Franco para salvarla: la contundencia de un guión prodigioso y una terna actoral que quita el sentío (que dirían los sevillanos). La ahora en el cielo del éxito Maribel Verdú hace aquí uno de sus tres o cuatro milagros ante una cámara. Por no hablar de Resines, asqueados todos como estábamos de sus repetidos españolitos antigalanes, feos pero graciosos. No es gracia lo que aquí inspira. Más bien piedad.

Maravilla que no volví a sentir con LÁGRIMAS NEGRAS. Ahí sí me molestó el exceso dramático.

Un saludo!!

Anónimo dijo...

Le dediqué un posteo (en mi viejo blog) a Ricardo Franco que contiene gran parte de las frases que empleas en el tuyo, Emilio. Lo recuperaré.

Era un tipo excepcional. Era como una canción con duración limitada, te gustaba escucharlar (estar su lado). "La Buena Estrella" es una de las grandes obras maestras del cine español y del cine mundial. Ricardo Franco alcanzó la sabiduría con la vida: cada día era más sabio y más triste. Un maestro sobrino de otro maestro. Un hombre que vivió y al final de su carrera supo reflejar todo lo que aprendió en una película maravillosa.

Emilio Calvo de Mora dijo...

Alex,Tomás, es cierto: somos tres del mismo club. Más, imagino: más parroquianos de Ricardo Franco, que era un singular hombre de letras (él dice que a medias, que lo de la poesía iba a medias o simplemente no iba, cuando su libro era estupendo) que cogió la vía del cine e hizo, entre otras cosas, La buena estrella. Creo que estamos de acuerdo en todo. Que es una historia formidable, que los tres están salidos, que el numen o la secreta hermandad de la inspiración pilló a Resines, Mollá y Verdú y fabricaron un hechizo en fotogramas... Qué ganas me dan de verla de nuevo... Saludos a los dos, my friends.

Luis Felipe Comendador dijo...

Me apunto al club.

Un abrazote.

Emilio Calvo de Mora dijo...

Estás. Y no lo sabías. Qué bien. Abrazos múltiples, my friend.

Un aforismo antes del almuerzo

 Leve tumulto el de la sangre, aunque dure una vida entera su tráfago invisible.