23.2.12

La peste




Paradójicamente, mucho de lo que sé de los dictadores proviene de los gags que los cómicos inventan para ridiculizarlos. Se convence uno de que la vía más inteligente para no encabronarse en demasía sale del humor. En ocasiones no se precisa el concurso de un humorista sino que es el propio dictador el que provoca que se tome todo lo que sale de su persona a chota, pero los muertos alfombran las avenidas y al pueblo lo diezma su tiranía. En esa balanza el humor sale siempre perdiendo. Las demás cosas que sé de los dictadores las adquiero involuntariamente. No existe un deseo de alcanzar un conocimiento. No busca uno en el google el ránking de países en donde se vulnera con más ahínco la carta de los derechos humanos. No entra en mi planes de ocio leer biografías desejemplarizantes o sentarme frente a la pantalla y ver un biopic sobre un tirano bananero o un reyezuelo del trópico.  Sigue leyendo en Barra Libre...

4 comentarios:

chikü dijo...

se vive con ellos, so tenemos que saber de ellos :/ saludos!

José Luis Martínez Clares dijo...

De no ser por los muertos, por los perseguidos, los tiranos serían personajes ridículos. Saludos

Iker Algoriza dijo...

Ridículos, patéticos, como dice José Luis.
Dan asco, apestan, como dices tú.
Buen post, lamentablemente.

Joselu dijo...

Sin embargo, esos seres tan abominables representan para muchos el más alto estado de la defensa de la patria, de una idea, de un estado. No hay dictador por sucio y sanguinario que sea que no tenga sus incondicionales y no necesariamente abyectos. Stalin era conocido por el Padrecito Stalin, y muchos soviéticos lo tenían como el héroe de la guerra contra Hitler. Este último puede representar lo más miserable del ser humano, lo más negro, lo más criminal, pero contó con decenas de millones de entregados alemanes que lo aclamaban, intelectuales, artistas de todo tipo. Esto me asusta y me sume en el desconcierto. Hitler sigue siendo un mito para mucha gente por más que se haya desvelado la naturaleza de su régimen con nitidez.

No hay criminal que no sea ensalzado por una parte de la sociedad como el primer héroe de la patria. Ahí tienes a Milosevic, a Pol Pot, a Franco, a El Asad, a Gadafi, a Sadam Hussein…

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