Qué importa ahora
entregarnos al desatino delincuente de las horas
si la edad nunca está de nuestra parte
y el tiempo, esa puta provecta, niega
el festín más carnoso de los días.
Qué importa
el pecho acribillado a horas,
la palabra
postiza en el disparo, humeando, hostil y hosca,
las viejas rutinas
que nos dispensan del frío.
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3 comentarios:
Parece un verso del Eclesiastes, solo que más mundano, más hedonista, hocicando en tierra tus deseos. Brindo por este despecho al destino y sus ciclotimias. No digo eso de que hagamos de nuestra capa un sayo (porque me da sofocos), pero brindemos sin pudor por el descaro de la voluntad sin más deuda que aquella que depara la muerte.
Una cerveza a tu nombre; que sean dos.
Hay balas con h que son horas mudas, palabras con h que te acribillan y te sirven en verano para combatir el frío. El frío del verano es un muy canalla. Se lo encuentra el alma que se eleva hacia las altas capas de la atmósfera. Les pasa a los poetas.
Cuidate del frío, hermano.Una vez más:
"No fue un sueño,
lo vi:
La nieve ardía."
Estamos en disposición de brindar, oh amigos, pero la canícula nos lo impide. A ver si deja de arder la nieve y pisamos las calles nuevamente, Miguel, y Ramón se deja caer más al sur.
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