Terminamos siempre hablando de religión, de política o de fútbol. A veces incluso pensamos en esas tres cosas a la vez y las formulamos compactadas en una misma conversación. También se da bien, en casos, no siempre, ingresar el sexo en esa tríada maravillosa. Eso nos pasa a los hombres. Con unas cañas, embravecidos por el aplomo etílico, nos deslenguamos. O los toros, esa fiesta de estilistas de la puya. Tenemos esa facilidad fraternal de abismarnos en la conversación como quien franquea el vacío de un páramo en un sueño y de pronto pisa la cálida y jubilosa presencia de un oasis Claro, hay quien no comulga, quien escucha hablar sobre Dios, Rubalcaba o Mou y se las ingenia para hacer como Bartleby y salirse por la tangente o, a las bravas, ni entrar siquiera en faena lingüística. Se me está ocurriendo que, contento de ron, es cosa de convertir en una santísima Trinidad a los tres, al Altísimo, a P. y a The Special One. Bien llevado el asunto, agitado el cóctel, pero no revuelto, si el ingenio aguza las ideas y las palabras se esmeran en salir las justas y las más hermosas, puede producirse uno de esos extraños hitos de la oratoria de bar en la que los amigotes abren la boca, tocan el hombro del que se explaya y piden otra ronda en honor del Castelar de turno. Ian Dury y sus mercenarios Blockheads lo expresaron más cristalina y pomposamente: Sex and drugs and rock and roll is all my brain and body need...
11.7.11
Dios, Rubalcaba y Mou
Terminamos siempre hablando de religión, de política o de fútbol. A veces incluso pensamos en esas tres cosas a la vez y las formulamos compactadas en una misma conversación. También se da bien, en casos, no siempre, ingresar el sexo en esa tríada maravillosa. Eso nos pasa a los hombres. Con unas cañas, embravecidos por el aplomo etílico, nos deslenguamos. O los toros, esa fiesta de estilistas de la puya. Tenemos esa facilidad fraternal de abismarnos en la conversación como quien franquea el vacío de un páramo en un sueño y de pronto pisa la cálida y jubilosa presencia de un oasis Claro, hay quien no comulga, quien escucha hablar sobre Dios, Rubalcaba o Mou y se las ingenia para hacer como Bartleby y salirse por la tangente o, a las bravas, ni entrar siquiera en faena lingüística. Se me está ocurriendo que, contento de ron, es cosa de convertir en una santísima Trinidad a los tres, al Altísimo, a P. y a The Special One. Bien llevado el asunto, agitado el cóctel, pero no revuelto, si el ingenio aguza las ideas y las palabras se esmeran en salir las justas y las más hermosas, puede producirse uno de esos extraños hitos de la oratoria de bar en la que los amigotes abren la boca, tocan el hombro del que se explaya y piden otra ronda en honor del Castelar de turno. Ian Dury y sus mercenarios Blockheads lo expresaron más cristalina y pomposamente: Sex and drugs and rock and roll is all my brain and body need...
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6 comentarios:
Me llamo Julia así que se ve que no soy hombre, pero quitando el sexo, al que no me inclino en lo verbal en las tabernas, qué le vamos a hacer, también me gusta la Triada Gloriosa, incluyo fútbol. Un saludo.
No creas, Emilio, a las mujeres, cuando les da por lubricar sus gargantas con brebajes etílicos, nos ganan 6 a 4, 8 a 2. Y su semántica se presta a adjetivos mucho más procaces y su temática a contenidos mucho más prosaicos y rendidos a la desinhibición. Doy fe.
Buena noche, Emilio. Aquí el tiempo da tregua y nos regala brisa.
Soy hijo de bares y tendré ñpronto mi rato en cuanto termine este comentario a la página tuya.
En un bar se puede descubrir a Dios, a Rubalcaba y a la madre que parió a Mou. Depende de lo que te metas, de quien te acompañe, de lo que tengas fuera del bar y de si el bar es lo único que tienes. Amén.
sex, vale; druga, no vale, en fin, depende; rock and roll, siempre. Buen post, amigo.
Rafa
Qué feo es el tio de la foto, joder.
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