Este filón Blockbuster puede conducir a la confusión porque contiene la semilla de una franquicia, con todo cuanto el negocio el cine es capaz de producir, y también ciertos rasgos de cine bien hecho con retazos de cine digno tratándose de un producto tan premeditamente pergeñado a la chiquillería golosa de trajes que vuelan y poderes sobrenaturales escondidas bajo una gabardina. Y Bryan Singer, director fetiche del mundo del cómic tra sus dos competentes X-men ( no así el tercero, manoseado por un ramplón Ratner, cuela en las dos horas y media de metraje alguna evidencia de su particular visión del héroe, ignoramos si con la anuencia de la productora, que podría ver peligrar la caja si Superman nos sale un parlanchín dramático o un gurú de la mística posmoderna. Singer hace, ahí es nada, un Superman religioso, adulto y hasta débil, esto es, humano.
Quiere Singer demostrar que se puede perpetrar un film de superhéroes sin bajarse el pantalón en exceso y lo hace con un plantel de actores muy bien buscado ( tampoco el Superman de Donner era manco en este aspecto ) y un guión milimétrico que traba el forma meramente visual ( cebo para devoradores de cómics, pongo por caso ) con el fondo metafísico. Sí. Lo que pasa es que toda esta arquitectura de propósitos se desmembra cuando la película lleva veinte minutos y ya hemos visto prácticamente todo lo que esperábamos ver. Kevin Spacey, que deja su teatro londinense para hinchar su cuenta con un personaje nutritivo, es un Lex Luthor más cercano al Hannibal Lecter más morboso que al malo-malísimo, blando en el fondo, caricaturizado en anteriores entregas, al que estábamos acostumbrados. Satura el merchandising, pero esto es inevitable. Más cuando el estreno es en verano y las colas del cine se amogollonan de familias enteras en busca de dos horas de plácido asueto trufado de un par de kilos de efectos especiales. Mi hijo disfrutó de lo lindo. El padre ejerció de padre responsable y recordó que también, a su edad, fue llevado por un tío a ver la película del primer Christopher Reeves. Si el futurible espectador tiene hijos, dele un ración de héroe. Es un icono de este último siglo fugado. Sí carece de este perfil, vaya a ver Zulo, que va de otra cosa y también es cine. Y bueno. O encienda su dvd doméstico, active el 5.1 y perpétrese de quietud emocional para emocionarse con Apocalypse now, de Coppola. Hace unos días lo hice yo, y todavía lo agradece mi mimada memoria.
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