El patio salió cuando Franco todavía estaba inaugurando pantanos. Eso le da un valor extra que no tienen otros discos de la hondura de éste. Estaba el pasado por un lado y el futuro, sublime futuro, por otro. Porque El patio es un disco único, uno que mira al futuro sin dejar de echar un ojo, un ojo sabio, al pasado. Eran tres tipos de Triana que escuchaban a Yes, a Genesis y todo el rock progresivo de los primeros felices setenta y le calzaron un traje flamenco. No creo que haya habido una audacia igual en la historia de la música patria. Luego ha venido matrimonios interesados, combos de inspiración etnológica que miraban al sur y al cielo y al mar y al cosmos entero, pero Jesús de la Rosa, el Tele y Eduardo Rodríguez fueron unos avanzados. Hicieron un disco magistral en una época en que los discos magistrales se facturaban extramuros, en la fría y pérfida Albion, en el delta del Mississippi, en Detroit, en la Gran Manzana. Psicodelia, fandango, bulería, poesía, rock progresivo, flamenco, hondura. Hoy, escuchando El Patio, he sentido que el mundo volvía a tener sentido. Grandes, muy grandes.
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