30.9.18
26.9.18
Pensamientos recurrentes
Hay cosas que piensas de las que te deshaces enseguida, no crees que sean buenas, sospechas que te harán daño o que no dejarán que otras que se te puedan ocurrir fluyan y ocupen tus pensamientos. No tiene uno gobernanza sobre lo pensado. Por más que se desee, hay que claudicar, aceptar que irrumpan en nuestra cabeza cosas que no nos convienen. Son tan terribles que no es posible que puedas festejar que las venciste. Nada más pensar en ellas, vuelven. Incluso vuelven con más ahínco y permanecen más tiempo, causando un estropicio mayor. El pensamiento recurrente no tiene que ser malo en todas las ocasiones. Hay cosas que piensas que no tienen maldad alguna, pero hasta ésas, las livianas en peso o en hondura, desquician al más preparado. Fascina que una parte de ti escape a tu control, no se deje ordenar, no sucumba cuando la sancionas. Parece que existiese otro allá adentro y se entretuviese en perturbarnos, en desquiciarnos. Piensas en una novia que tuviste o en Epi y Blas o en los vampiros del cine mudo o en el cantante de Kiss o en tu madre vestida de lagarterana. Anoche pensé en Trump. Vino a mi cabeza su discurso en el atril de las Naciones Unidos. Ah horror de los horrores, todavía está ahí, no ha dejado de estar, yo creo que he soñado con él, aunque no pueda recordar ahora nada de lo soñado. Tendrá que venir otro pensamiento y desplazar al que ahora me molesta. Espero que sea feliz y no me altere mucho. Hay días que empiezan mal. Que el vuestro sea bonancible y no haya ningún pensamiento recurrente ingrato que lo derrote.
22.9.18
Eclipse de sangre
La luna de anoche, la de sangre, medra en la memoria, la ocupa entera a ratos, silencia las lunas antiguas, las blancas o las acuertaladas en su timidez o las de plenitud incivil y desafiante, aplaza la claridad del día irrumpido hoy, hace que no prospere la luz, a pesar de su dureza de verano. No sabemos qué fue de ella, si ese limbo suyo tenebroso quiso contar algo y no supimos entender o no quisimos, por temor, por la cautela ancestral alojada en nuestro pecho. No sabemos nada, no tenemos ningún mapa suyo, nada fiable a lo que aferrarnos. La luna es un descuido de Dios. El hombre es una anomalía. Le incumbe sólo su influjo, su secreta terquedad, su anhelo sin dueño.
21.9.18
Decálogo (III)
Hacer de vivir un secreto sencillo y puro y morir tal vez después sin misterios ni hondura, con toda la evidencia del amor varada en la voz como un canto que aspira, en la distancia, a ser himno.
II
Al alma la astilla el tiempo, su eco inasible de marcas muy dulces.
III
La vida la sé, su costumbre, el racimo de sangre distinta aventada a mordiscos mientras la piel alienta vértigos, funda prodigios, arde en calma, muere sin estrépito.
IV
Ser tan sólo el que observa, sin adelantar el gesto, ni ocupar con el verbo el aire.
V
Tan gacela, Sara, el tiempo en la almohada.
VI
Fiesta nuevamente en el jardín. Han venido todos. Esta vez es posible Let it be.
VII
Desciende, cuerpo, a tu semilla.
VIII
Los días son números. Habrá de cesar el cómputo.
IX
Procura el amor alminares, báculos, palabras que explican el Big Bang, un poema de Claudio Rodríguez.
X
¿Quién no ha tenido una novia rusa, doliente y flacucha, que recita párrafos de Tolstoi?
20.9.18
Decálogo (II)
Vivir con absoluto desparpajo.
2
Ser poeta para qué si T.S. Eliot murió solo sin que una sola línea suya lograra poner cerco a la muerte, brida al vasto olvido.
3
A veces consiente una opulencia de olores la noche, oro suspendido en el aire, tristeza que de lejos anuncia la inútil contienda de los abrazos.
4
Los días fingen ser versos. La vida, literatura.
5
Hay una ebriedad invisible. La voz, trémula, percute el aire alucinado. Las palabras festejan la luz mordida, el eco frívolo, el tiempo tan breve. Se duelen, resaca adentro, rotas. La luz estalla en un adjetivo.
6
Qué almíbar en la sangre.
7
Anochece en el azucarero. Taconea, pasillo abajo, la tristeza. Se ven tan poca cosa sus perritos que, a la luz de las linternas, parecen algas.
8
El secreto donde aguarda es en la sílaba más oscura. Aire que herido a lo lejos pulsa la luz con su música ebria de fatigar los cuerpos. El amor se presiente y se deja amar y en el abrazo muere.
9
Arde lo que importa.
10
Las avenidas en Hollywood, de noche, siempre conducen a un desvarío.
18.9.18
Cerdos
16.9.18
Cerdopoética
14.9.18
Un conejo
10.9.18
Se escribe para que nos lean
6.9.18
Torres
(Fotografía: Emilio Calvo de Mora, Praga)
Antaño las ciudades se medían por la altura o la opulencia de sus torres. Hoy el indicador es la afluencia de turistas alrededor de ellas, la estadística de ocupación hotelera o la de subidas a Instagram o Facebook de sus rincones más pintorescos o estéticos. No es el hecho cabal de que se las admire, sino el añadido de hacer que esas torres perduren no únicamente en la memoria, privada y voluble, cuanto también en los registros pactados, en ese escaparate público del que falsamente se infiere cómo somos o con qué ocupamos el tiempo libre. Hace uno, frente a ellas, lo que los otros, toma las mismas imágenes, busca los mismos ángulos. No creo que haya nada puro, todo ha sido convertido, al registrarlo, en mercancía emocional. Exhibo yo mismo el defecto imputable a los demás, no difiero de ellos, en todo somos iguales. Únicamente varía la cámara o el móvil usado, la calidad técnica o artística de la fotografía. En lo demás, somos piezas intercambiables, aunque no nos conozcamos ni hayamos intercambiado una sola palabra entre nosotros. Somos mercancía emocional, torres que se encuadran en la pantalla de una cámara que otro usa.
3.9.18
Calles 2
(Fotografía: Emilio Calvo de Mora, Praga)
Ya no se hacen calles como las de antes, no se piensa en las casas, ni en quienes las recorrerán arriba y abajo, yendo y viniendo o ocupándolas por el sencillo trabajo de pasearlas y demorarse en ellas. Algunas, en cambio, invitan al regocijo, hacen pensar en literatura, en lo que pudo haber pasado y tal vez no ocurrió o en lo que se nos escapa, por más que especulemos. Hay calles que de un lado de la calle se puede acceder al otro sin pisarla. No sé si esta ocurrencia arquitectónica podría extenderse y hacerse popular en los planes urbanos de hoy en día. Se pregunta uno en dónde habría de colocarse esa vía de tránsito, si sería del agrado de los vecinos (en un principio, por la novedad) y luego la reprobasen, decidiesen en reunión comunitaria que el pasillo o el puente, con los ventanales sobre la calzada, no tiene utilidad alguna o que, más bien, sólo acarrea problemas. No le vemos la belleza a las cosas, sólo buscamos su lado práctico.
2.9.18
Calles
Lo antiguo se ofrece a lo nuevo. La ciudad es un cuerpo. Crece, enferma, sana y habla para quien escuche.
(Fotografía: Sara Calvo de Mora, Viena)
1.9.18
Bohemia Rhapsody
Unas Sonus Faber
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