2.11.13

Lo hacemos por su bien

Desoyen nuestro gritos, pero miran nuestros correos. Lo dejó escrito El Roto. Lo malo de que nos espíen es la sensación de fragilidad que produce. No es el voyeurismo de quien en alguna ocasión ha mirado a la vecina en el patio, mientras tendía la ropa o el deseo furtivo de saber (sin que haya nada sano en ello) más allá de lo que se nos cuenta. Esas escaramuzas de la líbido o del lado cotilla del cerebro no tienen la gravedad del espionaje severo del que ahora estamos teniendo noticia. Les importa una mierda si llego a fin de mes o si beso a mis hijos cuando los acuesto, si rezo antes de dormir o escucho las malas tertulias deportivas. Valgo por lo que puedo llegar a hacer más que por lo que hago. De mí habrán creado un perfil en el que tendrán anotado asuntos que ni yo mismo conozco. No sé qué utilidad tendrá que adore el bebop o que vuelva a Lovecraft de vez en cuando, como quien peregrina al sótano mismo de todos los miedos. Ellos son los que dan miedo. Piensa uno: qué se creen, qué autoridad poseen para observar cómo me desvisto cada noche, cómo respiro cuando duermo, cómo le hablo a mi mujer cuando tomamos café en la cocina, antes de ir al trabajo. La agresión la justifican a su modo.

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4 comentarios:

José Luis Martínez Clares dijo...

No he leído una reflexión tan acertada, tan hermosa, en ningún diario de tirada nacional. ¿Quiénes son esos que escriben todos los días sobre tan pocas cosas, desde tan pocas cosas? Abrazos, amigo. Ellos ya lo saben

El Doctor dijo...

Sobre estas cosas de la vigilancia a mí me da un poco igual.Siepre ha sido así lo que ocurre ahora es que la tecnología la ponemos y la pagamos nosotros:móvil,Internet,etc. Sinceramente me gustaría que me observaran esos capullos todo el día.Imagínate todo el arsenal tecnológico a través vía satélite para que vean en mi rutina:arrascarme el culo,dormitando con un hillo de baba en la comisura de la boca,cuando insulto a dios en voz alta poque se me ha quemado la tostada o cuando me estoy quitando los pelillos de la nariz o de las orejas y al fin y al cabo,que uno se sienta observado por todo eso es ya sentirse importante.¿Y los emails? No tengo gran cosa que ocultar solo las súplicas a mi compañera de que vuelva a casa porque no sé vivir solo...

Abrazos en este sabado infiel,amigo.

Isabel Huete dijo...

Siendo tan poca cosa como somos dentro de esta maraña que es el mundo, es increíble lo grandes que nos hacen al convertirnos en protagonistas de su espionaje.

Emilio Calvo de Mora dijo...

No saben nada. Yo tampoco. Mi única certeza, en esto de escribir, José Luis, es tener lectores buenos, que me hacen sentirme bien. Y me siento. Y gracias.

La poesía, Francisco Machuca. Eso nos salva. En la desgracia es lo único que nos reconcilia con nosotros mismos. Estamos hechos de poesía y de humor, no sé qué proporción de cada.

Un abrazo grandísimo.


Somos una mierda muy vigilada, Isabel.

Un aforismo antes del almuerzo

 Leve tumulto el de la sangre, aunque dure una vida entera su tráfago invisible.