23.4.21

Libros 5

 "Todo lector es el elegido de un libro" 

Edmond Jabés 


Cada libro, en cierto modo, es la historia particular del lector que lo abre. No existe como libro hasta que alguien formula el rito de su imposición a la realidad. Antes de ese acto mágico, el libro es un objeto entre los objetos, como diría Borges, o un fantasma, como diría Cela, que precisa un público para dejar de serlo. Jabés, el autor de la formidable cita que abre esta entrada, va siempre más allá: viene a decir que el libro no sólo elige al lector sino que crea al escritor. El aburrido trabajo de contable de Kafka o de Pessoa consentía libros secretos dentro del abrigo. El otoño es propicio para esas escaramuzas. El libro se convierte así en un objeto clandestino, en un espejo furtivo de nuestra propia incertidumbre ante la vida. Se trata, al cabo, de nunca ir solo. El lector es una especie de enemigo acérrimo de la soledad. Busca siempre refugios, lugares donde otros desamparados facultaron las actas de una cofradía única, ajena al tráfago de las prisas del mundo vertiginoso que hemos inventando. El cofrade secreto, héroe de sus fugas, cómplice de la bondad del botín, no precisa correligionarios que le aplaudan los gestos, los títulos y los pie de página abiertos en cada capítulo, en cada pequeño verso: sólo necesita la cercanía íntima del libro, su tacto amable, su amor incondicional.

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 Leve tumulto el de la sangre, aunque dure una vida entera su tráfago invisible.