Contiene la sombra una parte considerable de uno mismo y, al tiempo, no nos incumbe en absoluto, rehusa representarnos, ninguna de sus atribuciones morales apareja alguna nuestra. Tan escasa o nula consideración le tenemos que fascina su presencia cuando la miramos en detalle. No se ofrece a voluntad, precisa de la injerencia del sol para que despliegue su esplendor antiguo e incomparable. No ha variado jamás. Es la misma sombra del primer hombre. Concurre el mismo sol. Irrumpe con la misma nobleza. No flaquea, no se compunge ni amilana. Va a lo suyo. No sabemos bien qué sucede debajo suya, ignoramos la sustancia de la que está hecha.
12.1.20
La sombra
Contiene la sombra una parte considerable de uno mismo y, al tiempo, no nos incumbe en absoluto, rehusa representarnos, ninguna de sus atribuciones morales apareja alguna nuestra. Tan escasa o nula consideración le tenemos que fascina su presencia cuando la miramos en detalle. No se ofrece a voluntad, precisa de la injerencia del sol para que despliegue su esplendor antiguo e incomparable. No ha variado jamás. Es la misma sombra del primer hombre. Concurre el mismo sol. Irrumpe con la misma nobleza. No flaquea, no se compunge ni amilana. Va a lo suyo. No sabemos bien qué sucede debajo suya, ignoramos la sustancia de la que está hecha.
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