Una novia que tuve solo leía prospectos de medicamentos. Cortamos cuando enfermó. Me escribió cartas hasta que murió. Ahora salgo con una chica empleada en un tanatorio. La asisto en su oficio con perplejo desparpajo. He dado con mi vocación. Estudio tanatología en una universidad a distancia. Mi ambición es la excelencia mortuoria. El nuestro es un amor forense.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Escribe...