Conviene perseverar y estoy por decir que sin excesos ni entusiasmo. Perseverar en algo con humilde vocación de bucle o de tímida ancla, pero perseverar es también perder lo de afuera, desocupar el rastro, la periferia, la travesía de la variación y su apresto de milagro y es precisamente en la mudanza en donde se halla la dicha y el asombro primordial con ella.
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