Moby Dick
Moby Dick. Releo de vez en cuando Moby Dick. A veces trozos, párrafos, escaramuzas más o menos intensas. Como quien entra en una habitación en la que ha sido feliz y sale a su antojadiza voluntad, sabiendo que puede regresar cuando desee. Esa lectura me recuerda a la anterior. Es como si entrara por primera vez. Así debería ser el amor. Una especie de Moby Dick del corazón. Entrar y sentir que nunca se ha estado ahí y, sin embargo, apreciar que todo es cálido y familiar y nuestro. Hay libros que se aman. Amores casi novelescos.
Siempre quise leerlo y nunca lo hice. Desde niño eh. Soy un desastre de la voluntad lectora. Quizá me pase lo que a vos con Viaje al centro de la tierra de Verne. Pero el tema es que tampoco lo leo.
ResponderEliminarY el amor me parece que también debería ser así como contás...
He leído Moby Dick en dos ocasiones y siento que he de volver a ella de nuevo y no tiene que ser demasiado lejos. La segunda lectura fue mucho más provechosa que la primera porque ya sabía qué me iba a encontrar. Gracias por recordármela.
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