30.7.14

Un Bartleby con Coppertone

Sospecho que no tengo suficiente experiencia como para escribir una novela. Desisto a poco que encaro hacerlo, me impongo cierta rutina que luego sé que no podré obedecer, admito que mi edad no es la adecuada y que no habrá ninguna que lo sea. Está la escritura y está la voluntad de ser escritor, pero no me siento suficientemente cómplice de mis vicios. Como si ellos fuesen por un lado y yo, desganado quizá, los contraviniese, les diese de lado, consintiese que no son relevantes y que lo importante es otra cosa, pero no sé qué cosa será ésa que cierra la puerta de hacer lo que hace tanto tiempo que ando buscando. Quizá hoy, ahora, sea la última vez que plasmo en palabras esta especie de pequeño dolor al darme cuenta de que la vida, la muy cabrona, impone su voluntad, hace que todo se pliegue a su antojo voladizo. Así que dejo de insistir, no me muestro en el escenario como el único actor de mi trama, abandono, abdico, soy un rey que decide no reinar en el país que ha ido pensando. Se está bien en la pereza consentida, razonada, de no hacer lo que, en buena medida, no procede. No sabemos cuándo procederá, no tenemos esa certeza redonda, no va a importar no tenerla. Leyendo como estoy buena novela este verano (Amis, McEwan) no tengo deseos de ir más allá del terreno abonado a mí, cómplice conmigo, por donde piso, a diario, sin reglas, hecho a capricho mío. Ahí entra la bondad absoluta de este blog. No porque lo valore yo, que lo hago; no porque crea que tiene algo que pueda ser considerado y apreciado, que algo tendrá, sino porque es el país verdadero en donde me expando. Está bien expandirse, evadirse, hacerlo todo elástico y obediente. Escribir es un oficio duro, pero no es de una dureza que no compense. Ha muerto la novela: capítulo final. Dejo de dar la tabarra, me meto en otros asuntos, me inclino a lo que mejor hago o, mejor expresado, a lo que hago con menos impedimentos. De todas maneras no es el verano época para grandes empresas. Ya he escrito por aquí de la desgana, del placer de preferir no hacerlo. Seré un Bartleby con Coppertone.

1 comentario:

Tomás dijo...

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