6.11.12

Compañero Kafka

            
Años entonces felices de sábados con trenka, doce canicas en el bolsillo y cromos adhesivos con la delantera del Atleti. Trajo más tarde la vida la turbia evidencia de su incierto propósito. Años de amores imposibles y el corazón siempre tan blando. Años mestizos de un rubor sucio en las palabras. Los días en su turbia versión de jaula consentida. Luego vino Kafka, tan solemne y severo, herrumbrando pétalos en el  jardín. Kafka, como un inmenso capitán de tristeza, invisible y puro, escribiendo el texto de todas mis más dulces jaquecas, Kafka, el gris, haciendo que la lluvia arreciase en los recuerdos, Kafka el de los cuentos sin sonrisa, convocando a su paso el infortunio y la melancolía, pero qué tardes adolescentes mirando a los ojos a Samsa, qué placer adulto en la secreta administración del dolor, qué dulce castigo entrar en la cabeza de Franz Kafka y comprender que está uno en casa.

4 comentarios:

  1. Si yo fuera Kafka, andaría sinceramente emocionado. Gracias de su parte.

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  2. A esto le llamo yo nostalgia.

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  3. Kafka era un tipo raro, pero con un corazón enorme, José Luis. Gracias por ser Kafka.

    Nostalgia, y de la buena.

    K. Me pillaste, amigo.

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