31.5.12

Life is but a joke

                                                   Okada

 I
Hay cosas contra las que la muerte no puede hacer nada. La buena vida es la que deja a la muerte perpleja, la que la rebaja a la condición de fantasma  para los ojos de un descreído. De la mucha educación que recibimos a lo largo de los años hay escasa afición a prepararnos para morir bien. Tampoco contribuye la construcción judeocristiana del pecado y de la falta, artilugios morales de combate que aplazan o anulan una cierta visión didáctica de la muerte. La figura con la guadaña de la viñeta (estupenda) de Okada ilustra el modo en que uno entiende estos asuntos. Vamos pensando en que esto tiene un fin pero no es el nuestro. Somos inmortales mientras vivimos, quizá deberíamos pensar. Vamos (en este hilo un poco fúnebre hoy de las cosas) afinando la melodía del adiós e incluso preparando el contenido de ese equipaje con el que queremos partir. Y ojalá dejemos a la muerte perpleja, tocada por el asombro de vernos ufanos y mansos, viviendo por encima de cualquier otra consideración, a espaldas de todas las palabras mortuorias que nos van contando en vida y que casi nunca nos escoltan bien hacia la muerte. Como sigas cumpliendo años te vas a morir, solía decir un amigo. 

II
La cultura que no valora la muerte no valora la vida, leí una vez. Se quedan pegadas a la memoria frases así. Cioran lamentaba que la civilización occidental hubiese escamoteado siempre al cadáver. La filosofía, empeñada en razonar o en estabular el tiempo, solo se ha dedicado a plantear un modo de entender la muerte. El Arte (expresado en cine o en literatura, en pintura o en escultura) se ha valido de ella para edificar magníficos monumentos de la sensibilidad y de la inteligencia, pero siempre se escabulle la muerte, la negamos, le perdemos un poco el respeto y esperamos, en el mejor de los casos, que nos pille desprevenidos, ajenos, amarrados al vivir. Yo quiero morir como pedía hacerlo el enano Lannister de Juego de tronos. Al menos queda bien en la cháchara del bar. En los bares, contentos de licores, se habla de la muerte como si no se supiese qué es. En mi tierra, en los velatorios, se esmera uno en extraer el mejor humor. Quien los conoce, sabe que no hay velatorio que se precie en donde no caiga un buen chiste. Life is but a joke, decía Bob Dylan en una de sus coplas.

5 comentarios:

Miguel Cobo dijo...

Y otro amigo decía: La vida es una enfermedad mortal.
Siempre me impresiona este poema de Valente:

El adiós

Entró y se inclinó hasta besarla
porque de ella recibía la fuerza.

(La mujer lo miraba sin respuesta.)

Había un espejo humedecido
que imitaba la vida vagamente.
Se apretó la corbata,
el corazón,
sorbió un café desvanecido y turbio,
explicó sus proyectos
para hoy,
sus sueños para ayer y sus deseos
para nunca jamás.

(Ella lo contemplaba silenciosa.)

Habló de nuevo. Recordó la lucha
de tantos días y el amor
pasado. La vida es algo inesperado,
dijo. (Más frágiles que nunca las palabras.
Al fin calló con el silencio de ella,
se acercó hasta sus labios
y lloró simplemente sobre aquellos
labios ya para siempre sin respuesta.

José Luis Martínez Clares dijo...

Los occidentales queremos que la muerte nos sorprenda. Quizá porque somos los mismos pésimos anfitriones de siempre y no tenemos nada preparado para recibirla como se merece. Improvisaremos. Qué remedio. Somos perfectos supervivientes. Abrazos

Ramón Besonías dijo...

"Vivo sin vivir en mí...", que decía la santa. La muerte genera esos dos excesos: el morbo placentero de bordearla, aunque solo sea mientras se la menta, y el miedo a tenerla siquiera en la boca. Aunque parezca que nuestra cultura solo habla de la muerte para repelerla, no es tan cierto. El occidental del siglo XXI tiene formas sutiles de mirar la muerte de soslayo: liftings imposibles, deportes de riesgo, vivir la vida a tope y sin freno,... a vivir que son dos días, o menos. El hedonismo mercantilista, cuantificable, es nuestro peculiar estilo de saludar a la muerte.

Emilio Calvo de Mora dijo...

Tercera, más habrá, que leo el poema que me mandas, Miguel. Eres un banco (cuidado, cuidado) poético admirable. Ten cuidado a ver si te meten mano los de Génova, jeje.

Improvisar se nos da bien, José Luis. La muerte no la miramos. Sabemos que viene, puede ser un resumen. Que venga y me pille de buena manera. El dolor, ese es otro asunto que merece capítulo aparte... El dolor es peor que la muerte para quienes no saben sobrellevar lo uno ni lo otro. MUy difícil e asunto, no crees?

La Santa vivía para morir y para volver, según su santo libro de goces. Nuestros libros nos enseñan mal a llevar todo eso. La vida es otra cosa. La vida es siempre otra cosa, Ramón. Tdo lo que dices (liftings, deportes, todo eso, es cierto. Vivimos en una osadía absoluta. Y no apreciamos el don que nos tocó. No me estoy poniendo religioso, ay, ni místico, no creas.

Sergio DS dijo...

Curioso juego es esta vida, puede sorprenderte con cualquier cosa a la vuelta de la esquina. Me parece mucho más clarividente la viñeta y tus observaciones que el viejo Bob Dylan.

Un aforismo antes del almuerzo

 Leve tumulto el de la sangre, aunque dure una vida entera su tráfago invisible.