A la razón sin pulir se la engaña siempre con razones de peso porque la cabeza sin suficiente riego de sangre se deja convencer con mucha facilidad y se enturbia el tino y se malea hasta el desmayo la cordura. Una inteligencia mal conducida puede creerse soberana y capaz de afear, malear y pervertir inteligencias menores. Sirva esta reflexión temprana para apuntalar los cimientos narrativos de la historia de mi buen amigo Hilario y de cómo terminó como terminó. El lector avezado sospecha que mal y sospecha bien. Quizá porque dispone de un hábito y sabe que en la mayor parte de las ocasiones el malhechor paga por sus fechorías y el tonto no sale de su tontería. Sabe (además) que cuando un tonto coge un camino, cabe la posibilidad de que el camino termine y él prosiga su invisible curso. Hay tontos de fe probada y tontos ateos, pero ninguno de los dos lo es taxativamente y sólo falta una cabeza con más sedimento sanguíneo para que les lleven y les traigan hacia donde el interlocutor disponga. (sigue en Barra Libre)

guau
ResponderEliminarrafa
posdata: tetas, tetas, tetas...
Llega el veranoooo!!!
Un poco burro, lo reconozco...
ResponderEliminarrafa
habrá sido la foto de enmedio
Ya he cometnado en Barra.
ResponderEliminarGracias por este esfuerzo.