Cuando Woody Allen oía a Wagner, le entraban ganas de invadir Polonia. Algo parecido debió suceder con Vietnam. Quizá todo fue una alucinación colectiva suscitada por la malignidad de una melodía.
Encantado por la ganancia. Yo he visitado tu página y también he encontrado un nuevo rincón a donde acudir en momentos de zozobra digital. Saludos. Agradecido por la visita. De corazón.
Me has ganado de lector.
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